Marzo 2020, momento critico para la Educación Superior

9 marzo, 2020

¿En Chile existen las condiciones para apropiarnos de la modalidad online para hacer educación de calidad?

A pocos días del inicio del año académico 2020, se presagia que las manifestaciones producto del estallido social del 2019 impedirán a los estudiantes de educación superior cursar “normalmente” el año académico. Por ellos, los planteles educacionales preparan sus planes de contingencia para enfrentar este marzo complejo.

Justamente, desde octubre de 2019, el país ha vivido una explosión social sin precedente, ella ha producido un notorio y rápido cambio de escenarios y paradigmas, por lo que es pertinente revisar algunos aspectos como la importancia que ha tenido “lo digital” en estos hechos y algunos de sus impactos concretos.

Sorprendió a todos, que este gran movimiento social no tuviera líderes visibles, y que se gestó a través de redes sociales, extendiéndose a todas las regiones del país, alcanzando una enorme masividad. Esto develó que existe un muy alto nivel de penetración de la tecnología en la sociedad chilena, pero además, que “lo digital” ya cumple un rol muy valorado en la población como herramienta de comunicación social.

Un ámbito que se vio fuertemente afectado fue la Educación Superior. El impacto de las manifestaciones en el cierre del año académico 2019 de las instituciones de educación superior, fue enorme, ellas se vieron obligadas a improvisar formas de “completar los estudios” para sus estudiantes, flexibilizando los horarios, modalidades y lugares, para dar continuidad a sus programas académicos. Esta situación incluso derivó en que algunos centros de estudios debieron dar por terminado el año sin algunas evaluaciones claves.

El estallido social ha visibilizado la necesidad urgente de dar acceso flexible a los estudiantes para cursar sus programas académicos de forma continúa, y con la calidad comprometida por las instituciones de educación, más allá de las contingencias y/o condiciones sociales actuales.

Como es lógico, dado el contexto que continúan las manifestaciones, estas instituciones se han estado preparando de distintas formas para enfrentar un año académico más complicado.

Durante el 2019, con el fin de lograr un conocimiento más profundo de el estado actual de la institucionalidad pública y privada relacionada con la educación superior y el uso de herramientas digitales, tuve la oportunidad de realizar entrevistas a actores claves expertos en las diversas temáticas que permiten para hacer un levantamiento del Estado del Arte de la Educación Superior chilena. De ahí surgen varias constataciones que ayudan a mapear las condiciones existentes.

A mi parecer, las autoridades de las universidades y otras instituciones de educación superior están tomando conciencia de la relevancia de cambiar y/o diversificar el acceso de los alumnos para cursar sus estudios, así como, de la importancia de que el modelo educativo necesariamente deberá ser diferente al tradicional. Se percibe que se requerirán nuevas estrategias, metodologías y canales para abordar este año “distinto”. también, que convendrá asumir mayor uso de tecnologías para esta tarea, evolucionar hacia “lo digital” para comprender y actuar de manera pertinente frente a este cambio de escenario.

Cabe preguntarse, ¿estamos preparados para realizar dichos cambios que permitan sortear la contingencia y  mantener la calidad de la promesa de los programas académicos?, ¿Será suficiente “reforzando algunas áreas, algunas actividades con educación a distancia” o “algunas estrategias contemplan el refuerzo de plataformas virtuales”? Al parecer, todo apunta a que las instituciones están  echando mano a los recursos y canales digitales disponibles. Entonces, ¿ En Chile existen las condiciones para apropiarnos de la modalidad online para hacer educación de calidad?.

Chile cuenta con gran infraestructura tecnológica, amplia penetración digital y diversas experiencias de formación online. Es así como, ha sido reconocido en las últimas décadas como uno de los países con significativo desarrollo de la infraestructura física y tecnológica. También, la cobertura y disponibilidad de tecnologías de la información y comunicación es alta y su uso es diverso. Según el informe OCDE (2019) muestra que en Chile el acceso a internet está sobre el promedio OCDE, en 87,5%. Chile se convirtió en el país con mayor penetración de Internet en la región, ocupa la posición 16 a nivel global. Particularmente, en lo que respecta a la variable de disponibilidad, medido por la infraestructura disponible necesaria para usar Internet, Chile es el mejor evaluado de la región, se ubica en la posición 30. En la medición de la asequibilidad -el costo de acceso-, nuevamente Chile lidera la región desde la posición 7 a nivel global.

Respecto a la inserción de la tecnología, la prueba Pisa del 2015 señala que Chile tiene el porcentaje más alto (alrededor del 30%) de “usuarios extremos de internet” de la OCDE. Además Chile ocupa el segundo sitio del ranking a nivel mundial en el indicador que mide habilidades, aceptación cultural y políticas para apoyar el desarrollo de Internet, entre otras variables.

Otro aspecto interesante, es saber que Chile cuenta con una política de informática educativa desde hace casi 30 años (Programa Enlaces), política que permitió que el país fuera un referente en esta área para toda la región. Desde el inicio esta política a la fecha ha contribuido a la reducción de brecha digital en profesores; El cambio en la percepción del rol de las TIC; el desarrollo de “competencias esenciales” del siglo XXI y el acceso a las nuevas tecnologías a través de las escuelas. Enlaces ha sido la principal política pública para la inclusión digital en el país.

Por otra parte, existen diversas experiencias exitosas de iniciativas que actualmente utilizan la modalidad online para ofrecer formación en el país.  Cada vez más Instituciones de educación superior están avanzando en el desarrollo de la oferta de formación en modalidad online, a pesar de las restricciones de regulación y carencia de políticas de desarrollo. En concreto, algunas universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica han concentrado sus esfuerzos en desarrollar una oferta más amplia de carreras semipresenciales y 100% online. Por lo tanto, están tensionando a la CNA, para que entregue las orientaciones y regulaciones en este tipo formación. Estas instituciones ven en la educación online un modelo de negocio que les permitiría crecer, ampliando dramáticamente su matrícula. En los últimos cinco años las instituciones que están ofreciendo formación online están creciendo en un 42% en relación a la formación presencial. Si bien, la oferta online representa sólo el 2,9% del universo educación superior, existe un gran espacio para crecer con ella.

Igualmente, la modalidad está siendo muy usada para la actualización de los funcionarios del Estado, dada la necesidad de inmediatez en la actualización de conocimientos como aspecto clave para estas entidades, cuya naturaleza de su quehacer lo requiere así. Un ejemplo de esto es el Ministerio Salud que realiza formaciones masivas a sus funcionarios en modalidad online, a través de “MOOC cerrados” desarrollados especialmente con este fin. En la actualidad existen diversas iniciativas de desarrollo profesional en distintas industrias y/o sectores de Chile que están utilizando “educación a distancia” como un medio para desarrollar capacidades en el capital humano. Cabe destacar la trayectoria de las facultades de medicina de las distintas universidades que han sido “punta de lanza” en la formación online y llevan varios años impartiendo formación en esta modalidad (diplomas, magister, doctorados), las cuales son percibidas como de buena calidad.

Otro ejemplo, del desarrollo de la formación online en el país, el es que realiza el  SENCE, que se preocupa de estimular las acciones y programas de capacitación que desarrollen las empresas. Si bien, su incursión en la formación online está en etapa inicial puede llegar a tener un alcance muy masivo. Es interesante que las capacitaciones que desarrolla apunten a ir actualizándose de acuerdo a las necesidades de las empresas, lo cual hace de éste un espacio amplio en áreas del conocimiento, diversidad de público y cobertura de la sociedad chilena que podrá acceder a  formarse a través de esta modalidad.

Por último, la implementación de algunas leyes a partir de la “Reforma educacional 2014-2018”, como la Ley Educación Superior (nº21.091), Carrera Docente, (nº 20.903) y Plan de Formación Ciudadana (nº20.911), entre otras, están siendo realizadas con el uso de tecnologías y a través de canales digitales, considerando las necesidades geográficas, de acceso y masividad entre otras. Por otra parte, los chilenos en general están más proclives y preparados para aprender a través de distintos dispositivos y de manera online, lo cual está generando la necesidad de incorporar la virtualidad en diversos procesos de formación, actualización y capacitación. Si bien, en Chile  aún existe un prejuicio histórico respecto a formación a través del e-learning, cada día más los chilenos están prefiriendo acceder a este tipo de formación como una opción válida.

En contraste a la evidencia descrita del uso de lo digital para el aprendizaje en el país, la formación online en Chile encuentra barreras importantes: no existe una regulación adecuada, tampoco políticas para su desarrollo, ni financiamiento para esta modalidad. Esto complejiza impartir formación a través de esta modalidad. No obstante estas barreras, en mi opinión, Chile cuenta con condiciones adecuadas para el desarrollo de la educación online: el sistema escolar alfabetizado digitalmente producto de una política pública de larga data; Generaciones de docentes del sistema público con más de una década de experiencia de formación online; infraestructura tecnológica y acceso a internet en todo el país y variadas experiencias exitosas de formación online en diversos sectores. Y a pesar de que la educación online no ha sido prioridad para ningún gobierno, se ve con claridad que el mercado de la “Formación – capacitación” está avanzando con gran velocidad en desarrollo de estrategias de formación que incorporan la virtualidad.

Ahora bien, en mi opinión, el problema de enfrentar este año académico complejo con estos planes de contingencia, es que justamente son soluciones transitorias, que no cuentan con una estrategia de enseñanza que atienda la dificultad de lo qué significa a aprender en un ambiente digital, en él que no está el profesor(a) para solucionar las dificultades de aprendizaje que surgen in situs. Para reemplazar la clase presencial de un docente, no basta con contar con una buena plataforma, publicar variados recursos digitales e incluso subir la clase grabada, por que en una clase presencial es el profesor o profesora quién conduce la dinámica de ella, de acuerdo las características y necesidades de los alumnos, y tiene la capacidad de ajustarse de acuerdo a lo que vaya sucediendo en ella. Lo anterior, sólo es posible en un ambiente virtual en que existe un modelo educativo adecuado para esta modalidad. Por ello, estos planes de contingencia, podrían solucionar el problema de “acceso”, pero no necesariamente, podrán asegurar el cumplimiento de “la promesa de calidad” que se les hizo a los estudiantes.

Estoy convencida que esta contingencia social es una inmensa oportunidad para que las instituciones de educación superior, para abordar este problema de una manera estratégica, desarrollando soluciones de fondo, más permanentes, que incorporen las tecnologías y experiencia en el tema, para elaborar estrategias educativas de formación online de calidad. ¡Es el momento! …y son las universidades las que están llamadas a ser punta de lanza en el desarrollo de avances sustantivos en diversos ámbitos para el desarrollo del país

En síntesis, en Chile existen las condiciones para dar un salto cuántico hacia la formación online de calidad aprovechando esta coyuntura social para avanzar hacia la trasformación digital que ya está presente en todos los ámbitos de la vida diaria.

Perfil del autor

Veronica Herrera
Diseñadora y comunicadora especialista en entornos virtuales de aprendizaje, con más de 15 años de experiencia en los ámbitos de Educación, Innovación, Tecnología y Comunicación. Consultora independiente de diversas entidades tales como, la Universidad española Oberta de Catalunya; el instituto profesional IPLACEX; Comunidad Mujer; Universidad Adolfo Ibáñez; CONICYT, entre otras